viernes, 25 de junio de 2010

Tormenta

Aquí me tienes, postrada tras un inmenso ventanal que me muestra aquel mundo exterior al que ya ni pertenezco. Veo como el día se acaba en un melancólico atardecer, asemejándose como sin querer con mi vida. Creo que esta noche habrá tormenta.

Me equivoqué de nuevo, no me extraña es algo que he terminado por coger como costumbre, día tras día. No han pasado ni cinco minutos desde aquel atardecer que me tenía absorta en mi más profundo yo, y ya comenzó la tormenta. Ahora llueve, truena, relampaguea, el viento zarandea hojas y papeles por toda la ciudad.

Tal vez por el melancólico atardecer o tan majestuoso temporal, por aquel ventanal en el que se refleja mi pálido rostro… no lo sé, pero algo me ha llevado a recordarte.

No debería, es verdad. Pero dentro de mí, tan dentro que no soy capaz de hallarlo y
arrancarlo de mis entrañas, persiste algún tipo de sentimiento. No puedo aclarar exactamente cuál es, si amor, capricho, amistad, cariño….es imposible averiguarlo. Probablemente ese aturdimiento que tengo, sea debido a mi famosa prohibición de sentir nada por cualquier ser humano, que no fuese aquel que me otorgó tan insípida vida.
Ni tan siquiera sé porque me preocupa tal desasosiego, si las decisiones pertinentes están tomadas. Llegué demasiado tarde, lo sé. Otra gran característica de mi persona, mi timidez. Tal vez en un tiempo anterior, si por mis callados labios hubieran salido aquellas palabras, tal vez entonces, el destino o quien fuese nos hubiese concedido una oportunidad. Pero no pudo ser, mis deseos llegaron tardíos y tu contestación… esa nunca llegó. O quizás sí, quién sabe, pero tardo demasiado y el tiempo no quiso dar una prórroga.

A día de hoy me culpo. Recuerdo las miles de veces que te vi, y me quedé mirando, pensativa, proyectando en mi imaginación como hablarte. Pero mis labios seguían sellados.
No hubo día, en el que no padeciera el deseo de ir corriendo a buscarte y decirte “ven conmigo, confía y déjate llevar, no te haré daño, te lo prometo. Te llevaré allí donde no necesiten saber nada de nosotros, allí donde puedas cerrar los ojos y volar… y volaremos juntos. Aquel lugar en el cual solo importan el ritmo acompasado de los latidos de nuestros corazones, donde la sonrisa sea luz y las lágrimas, agua que corre por un manantial de vida”.

Lo sé, hay momentos en los que me pongo excesivamente romántica. Da igual, que mi deseo fuera hablarte así, no significa nada. Sabemos los dos, que nunca te lo hubiera dicho. Aunque… algo así como “Dame la mano, déjate llevar. Sabes que no te dejaré caer, estaré contigo pase lo que pase, somos un equipo”. Eso probablemente si habría salido en algún momento de mi boca. Tampoco fue así.

¿Por qué no desapareces ya de mi mente? Solamente con dedicarme una sonrisa y una mirada, entraste dentro de ella y cada día que pasa te acomodas más, consiguiendo con ello que yo me culpabilice por aquello que nunca dije, por lo que no hice.

La tormenta ya ha parado, todo está ahí fuera esta calmo y de nuevo, vuelvo a sentir envidia de aquel exterior que ya nada tiene que ver conmigo.
 

Viviendo en mi burbuja © 2008. Chaotic Soul :: Converted by Randomness