domingo, 18 de mayo de 2008

¿VIAJAMOS?

Hola, vengo a proponeros un pequeño “ejercicio”. La verdad es que para hacerlo de mejor forma, convendría que alguien os lo narrase a la misma vez que lo vais haciendo.

Normalmente a la mayoría de las personas que conducen, les suele gustar bastante incluso puede parecerles relajante. Entre ellos yo. Aun así, no hace falta realmente que conduzcáis para entenderme y poder hacer el ejercicio.

Empecemos pues. Cerrad los ojos durante unos minutos, respirad e imaginaros al volante de un coche. Da igual que coche sea, simplemente que os guste, que os encontréis cómodos. Imaginaros que vais hacia casa, en vuestro coche y con la música que como norma general únicamente escucháis cuando estáis solos. Es un momento perfecto, estáis tan sumamente bien que en vuestra cara se refleja una tonta sonrisa sin motivo aparente, excepto vuestro bienestar propio.

Ya estáis llegando a casa, uff, que fastidio. ¿Por qué no dar otra vuelta más con el coche?, es temprano, no tenéis nada mejor que hacer y os relaja tanto, que tomáis la sabia decisión de seguir un poquito más. Decidimos seguir hasta el siguiente pueblo, están tan solo a cinco minutos más, así que no pasara nada.

Ya hemos llegado, nos ha sabido a poco y nos volvemos a preguntar exactamente lo mismo. Seguimos teniendo tiempo de sobra, el teléfono no suena, nadie nos espera en ningún sitio, vamos tres pueblos más para allá. A decir verdad, es uno de esos días lluviosos, de esos que estamos un tanto nostálgicos, de esos en los que nos encerramos en nuestro propio mundo y no nos interesa mucho lo que pase en el exterior. No hay nada mejor que el sentimiento de estar a nuestro aire y es como nos sentimos justo en este momento.

Seguimos nuestro camino y la verdad que no hemos tardado mucho en llegar. Bueno, tal vez si, pero estamos tan relajados y vamos disfrutando tanto el momento, que hemos perdido la noción del tiempo por completo. La música nos ha llevado a otro mundo, vamos cantando como si fuésemos los protagonistas de cada una de las canciones, ahora si que podríamos decir eso de “somos los reyes del mambo”. Yo no se vosotros, pero a mi me apetece un cigarrito, aunque probablemente hay quien prefiera una golosina, un chicle o una chocolatina. No hay problema si no lleváis en el coche, yo normalmente si lo suelo hacer, pero porque es mi propia casa. Hay miles de gasolineras en el camino, así que haremos una paradita de unos minutillos.

Ozu, que cosas tan ricas venden en las tiendas de las gasolineras, chucherías, bollos, batidos, zumos… un poco de todo. El dependiente es simpático, que raro parece, pero es como si fuese nuestro momento. En ese preciso instante, se nos enciende la bombillita. El teléfono no ha sonado en todo el día y probablemente siga así durante por lo menos un par de horitas más, así que… decidimos seguir hacia delante nuestro camino. Haremos acopio de provisiones (y por supuesto de tabaco) y volveremos al coche con nuestra sonrisa tonta. Seguiremos por la misma carretera, esta vez de mejor manera, sin rumbo fijo, sin meta alguna.

Seguimos adentrándonos en el asfalto, los pueblos ya no nos suenan, son rarísimos todos. Mmmmm, un poco de sol, que alegría. Parece que en esta zona no llueve, pero si miramos hacia el horizonte, se ven muchas nubes, es como si un poco más adelante, estuviese cayendo una gran tormenta. Que cosas más raras, en apenas unos metros pasamos de un sol radiante a una tempestuosa tormenta.

Seguiremos nuestro camino, a ratos con sol, a ratos con lluvia. Vamos pensando de todo, cantando, observando el precioso paisaje y las formas tan extrañas que tienen las nubes de diferentes tonos. Ellas nos acompañan, se mueven a nuestro compás, parece imposible dejarlas atrás.

Cada vez pasamos más y más pueblos con nombres extraños. Algunos dan que pensar, ¿quién será el gracioso que le puso el nombre al pueblo? Volvemos a sonreír tontamente, pero es verdad, nacer en un pueblo con determinado nombre, te puede suponer un trauma para el resto de tu vida, piénsalo.

Vamos por unos segundos a ponernos filosóficos. ¿El trayecto nos os recuerda a algo? Es como la vida misma, seguimos sin saber a hacia donde vamos. Hay lluvias y sol, momentos malos y buenos, pero seguimos sin detenernos. Mirando a un futuro incierto, como el mismo horizonte, sin ver nunca el final ni saber que encontraremos. Y después de todo, nosotros somos los únicos que decidimos como hacer el camino, solos, acompañados, felices, tristes, que más da, lo importante es seguir adelante y aprender y conocer cada vez más.

Ups, creo que dejaremos la filosofía. ¡No puede ser!, este sitio si le conocemos. Estamos prácticamente en la otra punta de España, ¿cómo leches hemos llegado hasta aquí? Realmente estábamos tan a gusto en nuestro momento, que no nos hemos percatado en que ya han pasado más de cuatro horas de aquel momento en el que decidimos seguir conduciendo cinco minutos más.

Hay una montaña preciosa, con un mirador increíble. Venga, una paradita rápida, que tenemos que volver no sea que nos empiecen a echar de menos por alguna parte. Decidimos subir al mirador, la vista es impresionante. A pesar del mal tiempo que hace, ha merecido la pena el llegar hasta allí. ¡Mierda!, la cámara de fotos no tiene pilas. Qué más da, es nuestro momento, probablemente este día no se nos olvide en la vida.

Miramos hacia abajo, es increíble la distancia que hay. Yo no se vosotros, pero en estos momentos desearía con todas mis fuerzas tener alas y poder echar a volar. Aunque, realmente no es algo imposible. Abro los brazos y cierro los ojos, respiro aire profundamente. La sensación del frío viento dándonos en la cara, nuestro pelo al aire libre, es única. Somos libres y solo necesitamos imaginarnos con alas y echar a volar y... volaremos.

Mal asunto, empieza a llover y el agua helada nos hace volver a la realidad. Tendremos que volver a coger el coche para emprender el viaje de vuelta. Uff que pereza, nos quedan cuatro horitas de camino todavía. Que más da, las sensaciones que hemos podido vivir durante el camino, han merecido la pena.

El viaje de vuelta, digamos que es distinto, Es como si hubiésemos recargado las pilas, ¿no tenéis esa sensación? Ahora si que tenemos una sonrisa de auténticos imbeciles, pero ya da todo igual, ya no importa nada, el mismo viaje nos ha hecho cambiar. Hemos descubierto que nada nos puede cortar las alas, que ahora podremos ir donde queramos cuando lo deseemos. ¿Cuántas veces hemos querido mandar todo a paseo y no lo hemos hecho por miedo?

El miedo ya no existe, aunque sea por unas absurdas horas, podremos volver a ser libres siempre que queramos. Solo tendremos que seguir hacia delante, sin detenernos, sin miedo a lo que podamos encontrar en el camino.

Va siendo hora de abrir los ojos, el viaje ya ha terminado. ¿Os ha gustado? Espero que si, A mi, poco más me queda que deciros. Bueno, una pregunta…

¿Viajamos?


By “La Seta”.

No hay comentarios:

 

Viviendo en mi burbuja © 2008. Chaotic Soul :: Converted by Randomness